jueves, 21 de junio de 2012

Praxis literaria

Jonathan caminaba por la 9 de octubre para llegar a su colegio. Era un estudiante flaco, poco agraciado, pero muy inteligente de quinto sociales (vale la pena aclarar, porque esta es la razón de muchas de sus desgracias). Se vio envuelto en un pleito donde todos pegaban menos él. Lo dejaron tirado en el suelo y le gritaron“¡maricón!”
Andrés desde una esquina vio todo, aunque Jonathan era su amigo no pudo meterse. Tuvo miedo. Después del pleito  se acercó y sin cruzar palabra lo ayudo a recoger sus cosas.
- No sé en qué cuento leí que la forma más segura para matar a alguien es “cuando todo el mundo este mirando a otra cosa”- dijo Jonathan mientras se  agachaba a coger su libro nuevo de García Lorca.
-Tranquilo, viejo -dijo Andrés mientras le ayudaba a levantar unos últimos bolígrafos.
- En ese solo instante se puede hacer lo que sea, en un espacio lleno de gente, sin que nadie lo notase. Por el contrario si se busca la soledad, tal vez nunca se la encuentre. Puede haber alguien bajo la cama. Alguien puede mirar de una ventana a otra, mientras se despereza, como estrangulamos a nuestra víctima. Se puede ser visto por un vagabundo confundido en la basura, mientras apuñalamos en la calle a nuestro querido amigo, Lince.- dijo Jonathan.
Lince era el encargado de incitar a burlarse de todos los chicos que escogieron sociales. Muchos ya se habían cambiado de especialización por ese motivo.  Estudiaba empresariales y venia de una familia muy adinerada del norte de Guayaquil.
Andrés era mucho más práctico, por él, si fuera posible no mancharse las manos mejor. Quería contratar a unos sicarios. Él quería matarlo y ya, mientras Jonathan quería disfrutar, ver al infeliz sufriendo y saber que lo último que vió antes de su patética muerte, fue su cara, esa cara que consideraba  Lince como “un perdedor que lee mentiras inservibles y que escribe bobadas.”
-¡Pues bien, ahora estas mentiras “inservibles” las utilizare para algo!- dijo Jonathan
-Viejo es solo literatura, si quieres hacerlo, hazlo bien, no basándote en un cuento.- dijo Andrés.
-Hay que matarlo a plena luz del día, cuando la calle este llena de personas transitando sin miedo, cuando el guardia este comprando un pastelito en la esquina, cuando todo el mundo este felizmente distraído nosotros lo mataremos.- dijo Jonathan
Andrés ya no dijo  más.
-Lo mataremos después de la clase de literatura. Lo seguiremos al centro y antes que pudiera entrar  al edificio donde su padre trabaja… adiós.-
**
Lince murió. No se sabe muy bien como pasó, ni quién lo hizo. En una tienda abajo del edificio Orellana en el centro de la ciudad veían el partido de fútbol, entre Ecuador y Polonia. Era el mundial del 2006, en el primer gol de Ecuador, le cortaron la garganta mientras saltaba y cayó muerto.
Por esos tiempos también murió mucha gente, la mamá de Jonathan falleció de un paro al corazón, en pleno restaurante, después de una disputa sobre el futuro de su hijo. Según los doctores por sobredosis (la señora no tomaba ningún tipo de pastillas). Hasta Andrés murió mientras hacia las compras, después de conseguir un trabajo, como contador en una empresa vinculada a  la familia de Lince.
Muchos años después el padre de Jonathan encontró un diario mientras limpiaba el cuarto de su hijo, lo abrió y leyó algunas partes, algunos escritos, eran poemas cursis de un chico de 16 años y otros parecían cuentos.
El papá se fijo en uno que estaba tan bien estructurado que parecía un plan para matar a alguien. -Es solo literatura- dijo y boto el cuaderno. Al siguiente día Jonathan estaba firmando el documento de las escrituras de la casa. Su padre murió.
Jonathan ahora está en la universidad, más solo que nunca y mas metido en ese mundo literario. Pero sigue escribiendo cosas que parecen cuentos.

3 comentarios:

  1. Me encanta el final: esta mezcla entre literatura y la muerte. Hay una especie de maldición que le da un toque trágico y misterioso al cuento. Quizás los diálogos entre los chicos no me convencen mucho, sé que se pretende dar el tono literato al joven, pero podría insinuarse de otra forma... :)

    ResponderEliminar
  2. :P Me gusta mucho este cuento! Está lograda esta unión de muerte y literatura a través del desarrollo de la historia. Sin duda, el final es fuerte e irónico a la vez. Las voces de los muchachos está bien porque se acercan a su realidad colegial. Sin embargo, deberías redactar la conversación y los consejos que se dan entre sí en un mismo tiempo verbal.

    ResponderEliminar
  3. Los diálogos no me gustan, me parecen un poco absurdos a pesar de la ficción, hay algo que no me convence con eso porque no representan ni ayudan a sus personajes. El corte que se da y luego aparece que Lince murió es abrupto, quizás debería decirse de otra forma, como en una conversación o en el titular de un diario leído al pasar.

    ResponderEliminar